Actualmente el escenario de la Crisis Climática y Ecológica solo ha ido empeorando, los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) así lo avizoran, el llamado del Secretario de Naciones Unidas, Antonio uterres a los países del globo, es a que se comprometan y abandonen los combustibles fósiles, ante el poco tiempo que nos queda para rebajar las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial (GEI).
El dilema de impedir que la temperatura rebase los 1.5 grados, no es menor, dado que, con el aumento en un grado, somos testigos de grandes catástrofes, las que tendrán mayor intensidad y frecuencia en la medida que se siga incrementando la temperatura actual. Sin ir más lejos, la pandemia del Covid-19 es una de las aristas de esta crisis ambiental, cuestión que también se irá incrementando si la sociedad sigue con su adicción a los combustibles fósiles y el consumo de bienes y servicios, en unmodelo de desarrollo, totalmente desconectado de la naturaleza y los límites que esta posee.
El escenario anterior, plantea innumerables desafíos para el sur global, hoy los países desarrollados del norte global, aspiran a bajar sus emisiones con un recambio tecnológico, en vez de decrecer qué es lo que permitiría una solución más estructural, justa y perdurable en el tiempo, ya que los insumos de la naturaleza para establecer la carbono neutralidad, los proveerá el sur global, lo que tendrá graves impactos en los territorios, ya que la demanda será por minerales y la producción de grandes proyectos energéticos para consagrar el potencial del hidrógeno verde enn uestro país.
Una transición energética justa tiene dos escenarios, el global descrito anteriormente y el local que es donde se busca rebajar los contaminantes globales y locales, a través de la eliminación de las actividades basadas en los combustibles fósiles, que en nuestro caso coincide con las zonas de sacrificio y la generación de energía a través de termoeléctricas a carbón.
Dicho escenario ha generado una pérdida de la calidad de vida de las personas en las zonas de sacrificio, pero especialmente en las mujeres, las que históricamente se han realizado con las labores de cuidado. En dichas labores les ha tocado asumir el rol de cuidadoras de enfermedades respiratorias, neurológicas y cardiovasculares de los familiares que viven con dichas afecciones asociadas a respirar carbón, sumado a la pérdida de puestos de trabajo u actividades que por la contaminación que producen dichas industrias, ya no son posibles de realizar, como por ejemplo el cultivo de alimentos o vivir de la extracción de productos del mar.
Una transición energética justa, tiene múltiples variables que abordar, la dimensión de género debe ser transversal y se debe construir la política pública sobre dicha dimensión, ya que una transición se debe diseñar como una política general y no desde el caso a caso, ya que se requiere del esfuerzo de todos los actores involucrados que respondan al desafío de establecer un plan en el territorio que se haga cargo de las diversas situaciones que por décadas han sido visibles para las personas afectadas, no así para el Estado, por lo que se hace urgente generar una agenda que indique que políticas públicas implementar y que materias se deberían legislar.
La transición se debería ocupar de materias esenciales desde una dimensión de género y una de ellas es la salud, son las mujeres la que se encuentran con complejidades en los embarazos y posteriores enfermedades de sus niños y niñas las que son expuestas a la contaminación de forma permanente.
Se debe abordar también la vivienda, ya que en mucha localidades que rodean las termoeléctricas y sus vertederos de ceniza, debieran tener una relocalización o una remediación ambiental local, debido a que no puede seguir ocurriendo que las condiciones de vida sigan siendo afectadas, a través de respirar carbón y morir por ello, por lo tanto, se requiere de una política pública que aborde dicha temática.
Una transición energética justa, no solo debe abordar materias laborales, sino que debe ser una política que se haga cargo de la realidad que han soportado por décadas quienes habitan en dichos territorios, el abordaje de esta no debiera ser a través de una comisión o mesa, ya que aquellas políticas en épocas anteriores han fracasado por no contar con claridad el resultado que se espera, por ende se necesita determinación y decisión de las autoridades en la búsqueda de soluciones que permitan vivir a las personas sin exponer sus vidas ni las de las próximas generaciones, por lo que una de ellas debiera ser el cierre de las fuentes contaminantes.
Por último, se debe avanzar en políticas que permitan ir desmantelando la sociedad patriarcal, ya que el modelo de desarrollo actual tiene una profunda conexión con la acumulación de capital y el utilitarismo de la naturaleza, se hace imprescindible terminar con el antropocentrismo y el androcentrismo en nuestra sociedad, ya que las mujeres desde sus saberes tienen mucho para aportar a ser una sociedad más justa, ya que por mucho tiempo se le ha negado el espacio a la otra mitad de la sociedad, por lo que el llamado es ver a las mujeres que luchan, ya que siempre han estado resistiendo desde los territorios y colocando a disposición su cuerpo, el que ha sido testigo de la injusticia por décadas.